los muñequitos messengerianos son verdes y a veces se vuelven grises, o verdes y con un brazo rojo con una rayita blanca, o verdes y con un reloj de manecillas azules claras en el hombro derecho, aunque desde su perspectiva, es la izquierda. noto como se colocan por orden alfabético dichos muñecos que adquieren vida propia cuando al clickearlos te empiezan a hablar, o a lanzarte besos, o a intentar seducirte o en el peor de los casos, a despedirse de ti con inusuales y jeroglíficas formas y letras de dudoso origen. de tanto observar estos muñecos percibo que mi paciencia se agota, y me sofoco poco a poco, sintiendo una opresión en el pecho, como si fuese a acontecer algo. llevo escuchando la misma canción unos diez minutos, pero es extraño, de vez en cuando de tanto oír una melodía acabo odiándola de pura costumbre, pero después de tiempo sin oírla, me vuelve la sensación de gusto que tenía antes y me vuelve a agradar. creo que me levantaré de esta silla, la pantalla del ordenador parece una freidera y emana un calor tan insoportable, que creería que estoy en el Desierto del Sáhara, si no fuese por estas extrañas arañas que hay al suelo, que creo que jamás se han visto por esos hirvientes sitios, estos bichos pentápedos que de manera tan dulce crean una telaraña terriblemente bella que atrapa mis versos, como si de moscas se trataran, pues estos adquieren alas, pero caen al suelo porque pesan, pesan demasiado por lo absurdos que son. bien pues, cogeré una lupa del aburrimiento y me pondré a contar los cuadrados marrones oscuros y los rectángulos blancos que hay en una baldosa del suelo, ¿qué más puedo hacer en una tarde de verano tan fea? muchas cosas intenté en contra del tedio, en mi tiempo libre me enamoraba, escribía, leía, escuchaba música, tocaba la guitarra, soñaba, pero llegó el día en que me cansé, porque aquello ya se volvía rutina, ¿qué puedo pues, hacer, en días así? voy a escribir un libro, y se llamará “Hola mundo, soy una muñeca messengeriana recién llegada de la Luna que agotó su vida buscando la fórmula exacta de saber con certeza el día en el que nos convertiremos en personas decentes y consecuentes con nuestra existencia y algo más maduras para cuidar el planeta en el que nos encontramos y no permitir que los políticos nos manipulen y engañen’’. ah, y quiero que dicho libro tenga una cubierta verde con el dibujo de un Pinocho aguantando en su nariz una percha de la que cuelgue una bolsa transparente con los pétalos de las margaritas que deshojé en mi vida, diciendo, me quiere, no me quiere, me quiere, no me quiere, me quiere, no me quiere.

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nací muerta y ahora moriré viva.