Acabo de salir a la calle y estoy pensando en este mismo instante, mientras ando escribo, sin dejar margen alguno entre el aborto de la idea y su organización y proyección coherente, así que diga lo que diga será un desencadenamiento de palabras espontáneas escapadas de mi mente sin más, como unas culebras de esponja morada salidas de esas bolsas que se ponen en los cumpleaños y que esconden, además de las culebras de esponja, dulces que salen disparados cuando el cumpleañero revienta la bolsa con los ojos atados. ¿Es que acaso estoy buscando una razón de ser? No, no. Por la calle hay muchos hombres con cabezas de ratones que llevan barcos de papel en las manos con canicas adentro, muchas canicas, diría que cientos de canicas, es que hay un campeonato de canicas en el local que hay al lado del striptease donde trabajó la Berta que está en frente de la tienda de sombreros que se encuentra a la derecha del semáforo que está perpendicular a la calle que conduce a la estación de tren que se encuentra detrás de la tienda de peceras que hay en frente de la librería del Paco que es un cornudo porque su mujer anduvo de faldas con el primo mayor del Carlos, hermano de Berta la del striptease y dueño del local en el que se celebrará el campeonato de canicas. Pero para poder participar en el campeonato de canicas, creo que tienes que tener cabeza de ratón, y yo tengo cabeza de cocodrilo y creo que no me dejarán pasar, pero si lo intento nada pierdo, aunque ni siquiera llevo canicas, pero creo que se alquilan. Voy a acercarme a la puerta y hay un vigilante con un gorro de playa en la cabeza y en una mano una placa con letras naranjas y en cursiva que pone ‘’Campeonato de canicas, aquí, campeonato de canicas’’, mientras que en la otra mano lleva un líquido de color rosa, que a juzgar por la textura, diría que es un granizado de fresa, y una pajita de rayas de colores con la que va absorbiendo poco a poco mientras produce un sonido estridente, como suelen ser los sonidos producidos por una pajita que aspira un líquido y que recuerda a una mosca chupadora en una ciénaga. A medida que me voy aproximando, noto como sonríe con más intensidad, conforme me voy acercando, hasta que me encuentro a diez centímetros de él y le puedo ver los dientes y las encías perfectamente.

-Hola, ¿es aquí el campeonato de canicas?

-Sí, ¿nliustid?
- ¿Qué usted habla?
-Dieesisinliustid
-Señor, creo que no lo entiendo porque tiene que vocalizar mejor, tiene usted la boca demasiado abierta y no puede pronunciar bien porque tiene una sonrisa que le lleva la comisura de los labios hasta los ojos.
-Señorita, ¿acaso no lee usted bien? ¿Qué pone en el cartel?
-Perdón, perdón, pero me preguntaba porque me han dicho que sólo pueden pasar los cabeza-ratones, y como ve usted…
-¿Va a participar?
-Sí.
-¿Lleva canicas?
-No.
-Entonces sólo puede ir de público.
-¿No se alquilan las canicas?
-No.
-Bueno, entonces gusté de hablar con usted, buen día.
-Buenos días.

Me alejo de él entristecida y pienso que algunos tienen oficios extraños, me voy al bar de al lado, al entrar me topo con una mujer anciana que tiene un gran bolso color carmesí, me para al entrar y me dice:

-¿Viste tú azul un pájaro con en pico el cesta una?
-¿Qué habló usted?
-Que si viste tú un pájaro azul con una cesta en el pico.
-No, ¿por qué lo dice?
-Porque me robó el maldito los recuerdos.
-¿Cómo pasó?
-Pues había metido yo aquí en este bolso mis recuerdos, en una cesta porque venía de lavarlos e iba a hacer la colada pero me crucé con el maldito pájaro y se llevó el maldito mis recuerdos en el pico.
-Ah, no, lo siento, no lo vi.
-Espero bueno pues pronto encontrarlos.
-¿Eh?
-Que espero encontrarlos pronto.
-¿Por qué habla usted así?
-Dicen que hablar con hipérbatos rompe el mal de ojos.
-Que le vaya bien y encuentre pronto al pájaro.

Entro en el bar y pido un té de menta y hielo, tanto hielo que al derretirse se sobresale de la taza, mancha la mesa y el té forma un charco color marrón oscuro que tiene forma de bota, el camarero me mira mal, me bebo el té que queda en la taza, me voy de ahí, al salir me encuentro con un chico y pienso que es el amor de mi vida, me choco con él a posta, me mira mal, me dice lo siento, le digo no pasa nada, nos damos la vuelta, nos vamos, nos giramos de nuevo, nos acercamos el uno al otro, nos besamos y nos volvemos a marchar, se me acorta el oxígeno, mi corazón se sale de la caja torácica por la boca, se queda en el aire porque tiene un mecanismo en contra de la gravedad y no cae, y late tan, tan, tan, tan, tan deprisa y con el ritmo de un tango que suena muy alto, tan alto que el amor de mi vida se vuelve a dar la vuelta y bailamos al son de mi corazón, vuelvo a respirar y el corazón me vuelve al pecho, nos separamos de nuevo sin decirnos adiós, sigo caminando y llego a mi casa, enciendo la radio y hay un discurso del Ministro que dice que la economía cada vez va peor, una mosca de seis patas se coloca sobre la palma de mi mano derecha, me hace cosquillas y la vida sigue igual.

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