Una mujer andrógina embarazada ingiere moscas postrada en una ventana. La soledad se dilata sobre su vientre y se convierte en un colosal embrión de sentimientos. Un semáforo parpadea y siempre la misma mierda que se mezcla con el humo elíptico de esta vida, pero no, no se puede hacer nada. Un mosquito se posa sobre mis rodillas y supongo que en cualquier momento puedo morirme, aunque me reconforta saber que es cosa de la vida, y que algún día tendrán que detenerse los relojes de nuestros corazones. Un pulpo de algodón se desliza sobre el suelo, creo que no volveré a perder el tiempo, y menos en vísperas de aquéllas cosas que pueden decidir mi futuro, y no es cosa sin importancia la desilusión. Un acordeón senil suena en la habitación de esquinas ultravioleta, y siento que estas paredes son demasiado pequeñas para algunas cosas, aunque reconozco que el amor siempre se nos acaba escapando de aquí. La rutina se encarna ahora en un ridículo programa de televisión, la basura se vende en frascos catódicos y rebajada a la mitad, pero eso a nadie le importa, sospecho que nos hemos convertido en muñecos teledirigidos y somos demasiados vulnerables al dolor para darnos cuenta. Ring, ring, suena el teléfono, no quiero hablar de mí, pero una mujer me suelta un recital de ofertas y yo le digo que necesito sentirme libre; pero ah, me río por dentro, pues su voz es una buena inspiración, y creo que escribiré una obra de teatro sobre ello. Tengo tantos proyectos hirviendo en mi médula como una nebulosa volcánica, pero maldita sea, el tictac del reloj me despierta y siempre acabo dándome cuenta de que sólo somos unos pobres ilusos en un mundo frustrante. Un terrible adiós cuelga de mi lengua, golpeando el teclado verbal de mi boca, queriendo escapar de la cárcel de mi silencio para posarse sobre los labios del presente. Pero no, no quiero seguir siendo incoherencia y desearía convertirme en una termita para poder trepar al infinito. Saldré de aquí porque siento una presión en mis pestañas, pero sé que allá fuera mis tímpanos se atragantarán con las mismas porquerías de siempre, ''come here, have a drink, come to my bedroom, I really like you'', y nuestras vidas se convierten en guiones de películas románticas americanas.

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nací muerta y ahora moriré viva.