¿Cuál es la mejor cura para el corazón?
No me lo cuenten, no, será que el mío está ya flaco y sólo sabe dramatizar, una ficticia arquitectura latiendo como metal sobre el asfalto en un deambulante laboratorio forense. El pericardio se contrae y me desmayo de la rabia, porque casi nada de lo que realmente quiero será así, y quiero tantas cosas... Luego mis arterias se colapsan de sueños y me detengo a pensar en lo extraños que somos. Me gusta sentarme en la hierba, dejar de pensar y dejarme llevar por el silencio. Me gustaría tanto que algunos atardeceres fuesen eternos y que quien sabe, que algún día pudiese disfrazarme de primavera y marcharme a la tierra en la que nací para saborear mis dulces recuerdos de allá.
Qué bien sabe el mar.
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